Es más fácil buscar un "enemigo" externo, que intentar batallar con los internos.

Las mayores amenazas que puede tener nuestra querida y amada República Dominicana, no se encuentran en nuestros vecinos haitianos, se encuentra en nuestra clase política, en las familias oligárquicas que impiden el real desarrollo de nuestra nación, en el sistema judicial que impera beneficiando al rico y marginando al pobre, en la desigualdad, en la pobreza extrema, en el desempleo, en la delincuencia, en la incapacidad de nuestras autoridades para poder presentar soluciones viables y factibles, generando una estado de armonía y paz entre sus ciudadanos que les pueda unificar entorno a su identidad y el mestizaje que representamos, que el orgullo de haber nacido en esta isla pueda servir de esencia patria para ayudar a trazar agendas de desarrollo, y no de desigualdad o guerras desenfrenadas alentadas por sectores que siempre han estado postrados a las mieles del poder, vinculado a lo más atroz que puede recoger nuestra historia, esa mismas voces que han estado a favor de los peores intereses contra nuestra nación, mismos que permiten el robo de nuestros recursos naturales, que favorecen la explotación de las trasnacionales en nuestro territorio, venden el futuro de nuestras generaciones como si fuera un cheque en blanco, deforestan todo nuestro entorno.

Limitan las posibilidades de desarrollo e intentan mantener a los dominicanos sumidos en una pobreza cultural e intelectual, para que partiendo de ese vació, puedan tener cabida las ideas más elocuentes y estúpidas que carecen de valor lógico, esas ideas que responden a una agenda política que solo intenta eclosionar a la sociedad por medio del odio, el racismo y la xenofobia...